Megadeth llegó a
Córdoba. Por primera vez en la historia, la “Filarmónica del Metal” se presentó
en La Docta. Ante unas 5500 personas este icono del Thrash metal se comprometió
a volver, para dar más de lo que dieron.
Yo podría comenzar esta nota comentándole
que Dave Mustaine formó esta banda cuando fue expulsado de Metallica allá por 1983. Que Megadeth es una de las bandas más
reconocidas y más importantes del thrash metal, una derivación del heavy metal,
que los ritmos acá son rápidos y agresivos. Les podría contar que el líder y
cantante es uno de los más influyentes del género y que despierta pasiones en
todo el mundo. Les podría decir que verlos en Córdoba fue demasiado. Fue demasiado
perfecto para los oídos y los sentimientos. Pero no. Voy a contar la noche. Trataré
de meterme en la piel de los fanáticos, para que puedan entender.
Son las 21:00 y un técnico se arrima
a probar las guitarras. Esas que han sido hechas a medida de Dave y con las
cuales uno piensa “como no ser ese tipo para poder tocarla”. Y los miles de
abajo escuchan el primer acorde y se vuelven locos. La marea negra comienza a
moverse, a cobrar vida y a reconocer el campo que será de ellos. Entre los
saltos, entre los pogos. Allí, donde le mirarán la cara a alguien que para
muchos es dios.
A las 21:30 la
espera terminó. Se apagaron las luces, un video desde los camarines anuncia que
iban a llegar. “Bienvenidos a la casa de Megadeth. Estamos yendo por ustedes…
¡estén preparados!” dicen en
el video, y suben al escenario de a uno. El primero es Shawn Drover, que se sienta en la batería,
luego el bajista David Ellefson, el tercero en ingresar fue Chris Broderick, uno
de los guitarristas, y para el final lo mejor. Dave Mustaine, con camisa blanca
a contraposición de todo lo negro que habitaba el lugar, llega. Y el Orfeo se
viene abajo –una de las tantas veces-. Los fanáticos lo ovacionan, pero no por
mucho tiempo porque comienza a explotar la noche.
Trust, Hangar 18 , She Wolf, A Tout Le Monde, Whose life (is
this anyway?) y Public Enemy se convierten en el listado que antecede a lo que la gente fue a ver y
escuchar. Countdown To Extinction 20th Anniversary Tour se llama la gira y es lo que el Colorado se
encarga de comentar que van a festejar después de una pausa para que la gente
respire y las gargantas se humedezcan. Porque el público tiene su protagonismo
y eso hace este show tan genial. La banda por su parte actuó memorablemente
como para hacer de esta noche una inolvidablemente inolvidable.
Un antes y un después
Los que estuvimos allí, fuimos
privilegiados. Porque ellos regalaron entero su CD Countdown To Extinction, que cumple 20 años siendo el disco que
hizo un click en la historia de Megadeth y en la historia de ellos con
Argentina. Entonces la gente se preparó para dejarse “volar” la cabeza, pero
esta vez en vivo.
Skin o’ my teeth, fue el principio, y lo continuó
esa leyenda del rock y de ellos. Eso que podría ser como la marca registrada,
como el Jijiji de Megadeth. Symphony
of Destruction, que se amoldó al grito cordobés de “Megadeth, Megadeth, aguante Megadeth”.
Entonces uno
se queda perplejo. Atina a repetir ese griterío. Pero la fuerza que hay en el
Orfeo y la sensación de que todo se viene abajo frena. Y queda mirando cómo
ante cada tema el grito aumenta y la música de esa sinfonía del metal, se
apodera de los cuerpos.
Architecture of Aggression, Foreclosure of a Dream, Sweeating Bullets, This Was My Life, Countdown to Extinction, se van
enumerando para que la gente pueda vivir en vivo –valga la redundancia- ese
primer disco que tuvo en sus manos de la banda. Como los bises de la noche que
fueron Peace sells y Holy Wars.
Al final Dave comentó que piensan volver a estos pagos. Entonces
la gente en un grito al unísono le hizo saber que le toman la palabra. Porque “el metal es una forma de vida” dijo Mustaine una vez. Y
las 5500 personas que estuvieron en el
Orfeo que lo ven como un dios, que los siguen a todos lados, que se dejan
llevar por los acordes, que le festeja todo, que le piden que vuelva, que
desatan el “aguante Megadeth” piensan lo mismo.
Juan José Coronell
Fotos: Gentileza La Voz del Interior (Pedro Castillo)