Miguel Vilanova -ex alias Botafogo- llegó a
Córdoba para homenajear al blues argentino, y al público que lo acompañó.
Homenajear al público, tal como se escribe, es por el momento qe les hizo vivir
en Studio Theater.
Hace un
tiempo en unas notas comentaba que un día decidió meter en su repertorio temas
de acá. Nacionales. Y se le respetó la decisión. Es tanta la admiración que
genera que el nuevo alias, “Don” Vilanova no está mal. Entonces se bajan las
luces y hace la entrada. Nadie habla, todos están esperando lo mejor. Y lo
mejor sucede.
Desconfío de la vida, Tocando un blues con
Dios de Alejandro Lerner comienzan la noche con el recuerdo del gran
Norberto Napolitano. Él trae su recuerdo, para que la nostalgia inunde de a
poco la sala y haga recordar que hace ya un tiempo, estamos un poco más solos.
La guitarra
que se siente alabada. Le da vueltas, como si la presentara en público. Es
increíble que de ella salgan tan maravillosas melodías. Pero, al igual que la
suerte, a la guitarra hay que acompañarla. Hay que cotejarla para que dé lo mejor
de sí. Y la mejor compañía, sin lugar a dudas, son los dedos de Vilanova. Que
van y vienen, que juegan y hacen blues. Nada más, ni nada menos.
Blues hasta que salga el sol, Mañana por la
noche de Edelmiro Molinari, Me
gustas mucho de Pity Alvarez, La maldita
guitarra, su propia versión de El maldito piano de Blacanblues, continúan
la lista. Continúan la noche, mientras los presentes no quieren ni pensar que
en algún momento se dará el final.
Y es que me gustas tanto (guitarra) que no
puedo disimular
Cosas del
destino o no. Miguel, llegó a Córdoba en el día de la música. Puede ser una
fecha mentirosa, si uno piensa que todos los días son ese día. O por lo menos,
si todos los días se escuchase un buen blues, merecería ese mote.
Entonces
canta “Lo que pasa es que no puedo despegar mis dedos, de esta
maldita guitarra”. Y una sonrisa se apropia de los escuchas. Porque todos saben
que es mentira, que si por él fuese la noche sigue hasta que se corte la última
cuerda. Y le gusta la guitarra, tanto, que no puede disimular. Y en la noche,
parece que las manos se enamoran de la guitarra. Y es una devolución de
gentileza. En la noche del día de la música, la música está asegurada.
Imagínate de John Lennon, para comentar que sin ser egoístas el
principal amor que hay que darse es para con uno mismo y que de eso depende la
paz, y la alegría, Tengo 40 millones de
Moris, Moscato, pizza y fainá para
recordar a Adrián Otero, que “permitió llevar al blues a lugares impensados.
Para mostrar que cuando le das difusión al blues, como lo hizo Memphis en lo de
Tinelli, se transforma en música popular que los mecánicos silban”.
Slide
Blues, Se fue…, Qué
cosas yo no haría, Fiesta cervezal, Tren de las 16, Blues para mi guitarra, El gato de la calle
negra ya con Ivan G. Singh &
Rugido Blues¸ que con el bajo, el saxo, la armónica para dar más blues al
blues. Para que sonaran más temas, luego de clásicos donde aseguraba “yo tengo
música”.
Y es así. Este icono andante
del rock nacional, es música. Él que a los 17 años ya estaba en Pappo’s Blues que es historia viva, leyenda que habla, que cuenta, que canta. Es sus
manos que rasgan la guitarra y en vez de hacerla sufrir, la hacen maravillar.
Él, que llegó a Córdoba en el día de la música, en el nombre del blues.
Texto y Fotos: Juan José Coronell.