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Olga Román en Córdoba: Demasiado perfecto para los oídos


Olga Román se presentó en Córdoba para traer su último CD De agua y Laurel, donde canta a Gustavo “Cuchi” Leguizamón. A continuación, la crónica de la noche que no fue una noche más.

De ciertos artistas no nos damos cuenta de su importancia y grandeza. Hasta que los cantan, los homenajean, los reviven. Con “Cuchi” Leguizamón pasa eso. Ya que lo hemos oído en el Dúo Salteño, pero además en la voz de Liliana Herrero, de Juan Quintero, Pedro Aznar y la mismísima Mercedes Sosa entre otros.
Puede ser que ese no saber, es porque es cercano, es nuestro y lamentablemente hasta que no nos falta, no nos detenemos a pensar. Eso se intensifica cuando viene alguien de afuera, para hacernos recordar de nuestros artistas. Olga Román, es la encargada de eso y lo fue en una noche que quedará en la memoria del folklore que se anduvo por Córdoba.
Esta cantante española que tiene un currículo extenso y rico, se la asocia rápidamente con Joaquín Sabina, de la que fue corista en los CD’s más renombrados e importantes del español. Pero ella es más que eso. Ella es jazz,  es folklore latinoamericano y sobre todo argentino.

Así llegaba al Pabellón Argentina. Allí, los curiosos preguntaban quien era. Los que sabían entraban sin dudar, y los que se animaban a ver de qué trataba, se sentaban con las ganas de ver un buen espectáculo. Así, el tiempo fue lentamente pasando pero con la compañía de personas que sabían de música. Y que en momentos comentaban que ciertas versiones, de Juan Iñaki, eran igual de hermosas a las que se escuchaban en ese momento.
La pomeña, La arenosa, Lloraré abrieron la noche. O mejor dicho esa parte de la noche, que valía por todo el día. Por todo el viernes. Por toda la música que se puede sentir vivir, disfrutar… “¿Por qué? Se preguntaran, sobre estas ganas de lanzarme al vacío y les comento que mi primer contacto con el folclore argentino es un disco de Mercedes Sosa que me regalaron cuando yo tenía 12 o 13 años. Zamba para no morir fue lo que escuché y casi me muero. Imagínense unos oídos vírgenes que escuchaban eso…” comenta.





La osadía del canto

Juan del monte, Cartas de amor que se queman mientras comenta que lo más lindo de Leguizamón fue su manera de ser, de hablar. Decir lo que pensaba, yendo en contra de los pensamientos si debemos o no decir algo. “Siempre me siguió desde la primera vez que lo escuché” se sincera y pide permiso para cantar temas de ella. Me asomo, Apareces, Como si nada van llegando a la Sala y ella se encuentra ahí de frente. Moviendo sus manos, bailando con sus manos. Mitad flamenco, mitad folklore. Mitad España, mitad Argentina.
“Es una osadía” dice, al cantar a “Cuchi”, pero lo hace. Y de la mejor manera. Zamba del laurel, Cantora de Yala, Romance del río, se suman a la lista. El final llega con Carnavalito del duende, Zamba para la viuda y Zamba de carnaval.
Allí en un juego de papeles, una mujer agradece el saludo por el día de la música. Y responde con un saludo a los oídos, porque ellos fueron los que le permitieron escuchar a Olga el folklore nuestro. Y felices ellos que escuchan y nos permiten escucharla a ella. A Olga, cantando a "Cuchi". Parece así, simple. Pero no lo es.





 Texto y fotos: Juan José Coronell

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